martes, 13 de noviembre de 2007

A propósito de “Hombres y Engranajes” de Ernesto Sábato


Por Frank Rodríguez, Licenciado en Historia UCV

Cuando actualmente se plantea en Venezuela la discusión entre dos modelos de sociedad opuestos como son el Capitalismo y el Socialismo, es pertinente traer a colación las reflexiones hechas por el escritor Ernesto Sábato en su obra “Hombres y Engranajes”. Este libro apareció en 1951, agotando dos ediciones en el término de pocas semanas. Sin embargo, para el momento de su publicación, rozaba demasiados tabúes de la izquierda y la derecha como para que no desatara los más despiadados ataques y hasta las calumnias de ambos bandos. En términos generales, el planteamiento central del texto antes mencionado, es la defensa del hombre concreto contra las alienaciones provenientes tanto del supercapitalismo como del supersocialismo soviético. Modelos que expresan una realidad caracterizada por él, de la siguiente manera: “...] una abstracta fantasmagoría de la que también forma parte el hombre, pero ya no el hombre concreto e individual sino el hombre-masa, ese extraño ser todavía con aspecto humano, con ojos y llanto, voz y emociones, pero en verdad engranaje de una gigantesca maquinaria anónima.”

En definitiva, en momentos en que se plantea una reforma constitucional que busca implantar el llamado “Socialismo del Siglo XXI” en nuestro país, debemos tener presente que si bien el fracaso del Capitalismo se ha fundamentado en no ver a la sociedad, los denominados “Socialismos Reales”, se negaron a ver al hombre real. Tal como señala Sábato, ambas reacciones del hombre contemporáneo de alguna manera han sido el anverso y el reverso de esa soledad espiritual y social en que se debate: refugiarse dentro de sí, o refugiarse en la colectividad. No obstante, lo más importante de la reflexión del escritor uruguayo es que tanto el individuo aislado como la colectividad son abstracciones, ya que la realidad concreta es un diálogo, puesto que la existencia es un entrar en contacto del ser humano con las cosas y sus iguales. En conclusión hoy más que nunca, debemos tener en cuenta este mensaje final de “Hombres y Engranajes: “El reino del hombre no es el estrecho y angustioso territorio de su propio yo, ni es el abstracto dominio de la colectividad, sino esa tierra intermedia en que suele acontecer el amor, la amistad, la comprensión, la piedad.”

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